13 de marzo de 2011

Sin lugar para los débiles... ¿de qué lado estás?

Necesitamos estar en un bando o en el otro. No se aceptan grises.

River o boca.  Kirchnerista o anti kirchnerista. Capitalista o socialista. Vegetariano o carnívoro. Dark, punk o flogger. Mac o PC. Todos te preguntan de qué lado estás, y todos queremos tener una etiqueta. Sentirnos identificados con algo. ¿Por qué hay que elegir una posición y sentir que la tenemos que defender?

Fanatismos para todos los gustos

¿Cuantas veces oíste hablar así respecto de un político: "Si, me encanta este político, pero no estoy de acuerdo con esto que hizo..."?

Cuando discutimos acerca de A o B, nos enceguecemos por uno de los dos bandos. Nos paramos allí y defendemos nuestra posición a muerte. En vez de evaluar las ideas de esa persona, y sus acciones independientes, atacamos a la persona misma y todo lo que venga de ella está mal. O todo está bien bien. No hay puntos medios. Estamos desesperados por tener razón. Ganar las discusiones.

Puedo ser hincha de un equipo de fútbol como entretenimiento ¿pero ser "barrabrava" y llegar a la violencia por defender a mi equipo? Puedo coincidir con las ideas conceptuales de un partido político, ¿pero defender a muerte a un candidato de ese partido sin cuestionarle nada? Puedo tener un periódico favorito que leo, pero ¿creer en todo lo que dice sin analizarlo?

Y ni hablar cuando llegamos al extremismo con forma de terrorismo. Creo que todo tiene que ver con lo mismo. Y es uno de los grandes problemas de nuestro mundo que nos impide convivir en armonía.

¿Esa es tu verdadera personalidad?

Lo que me lleva a pensar... ¿por qué actuamos asi?

Somos inseguros. No creemos en nosotros mismos. Tenemos miedo de que los demás nos vean débiles. Necesitamos pertenecer a algo. Una religión. Un partido político. Buscamos un discurso común que sea fácil de defender. Ir en grupo a la cancha y sentir que lo que hacemos está bien porque estamos apoyados por todo un grupo de gente que cree lo mismo. Necesitamos sentir esa seguridad, que nos vean como parte de algo. PERTENECER.

Es común al referirse a alguien decir: "ah si, Juan el ingeniero", o "Coni, la arquitecta", "Martin, el que vive en Belgrano". Etiquetas. Tenemos miedo de no poder definirnos. De que alguien nos pregunte y no saber qué responder. Necesitamos sentir que tenemos una identidad propia, aunque sea algo externo, algo impuesto por alguien, una carrera, un trabajo, un sobrenombre. Claro que todos tenemos una identidad única. Todos tenemos un mundo increíble adentro por descubrir. Pero no se puede definir con una etiqueta.

Entonces... ¿cómo debemos actuar? No voy a decirte cómo actuar, somos libres, por supuesto. Y justamente por eso cada pensamiento es nuestro. Tenemos que poder decir lo que realmente pensamos, sin dejarnos llevar por una corriente. Tratar de librarnos de las cadenas de un bando o el otro. Madurar como personas y como sociedad. Las creencias extremas y los fanatismos nos limitan. Nos impiden ver que puede haber otro mundo allá afuera que puede ser mejor.

Me gustan los grises. Me gusta cambiar de opinión muchas veces. Me gusta decir "no se" si no tengo conocimiento suficiente para opinar de algo. Me gusta buscarle el "pero" a todas las opiniones que parecen certezas absolutas. Creo en el equilibrio, en el balance de todas las cosas.


En fin... no hay ninguna verdad absoluta, no la busques más. La paz interior no depende de aferrarse a una creencia y defenderla a muerte. Lo que importa es poder reflexionar y actuar a cada momento según los valores que creemos que importan. No existe una etiqueta que nos pueda describir todo lo increible que cada uno de nosotros somos por dentro.

Por eso, la próxima vez que alguien te pregunte "qué sos?" contestale "yo soy yo... si querés conversamos y te cuento más".

7 de marzo de 2011

El mundo de las apariencias

Tengo un sobrino increible de 2 años y medio, y cada vez que lo veo me sorprendo por la espontaneidad y la transparencia con que vive su pequeña vida.

"Hola Joaquin, ¿me das un beso?"
(ignorado)
 "Queres ir a la pileta con Rafa?"
"No con Rafa no"

No tiene problemas en decir la verdad. Hace que todo parezca tan sencillo. No le preocupa qué piensen los demás. No piensa en cuál es la manera correcta de tratar a cada persona para hacerse de una mejor reputación. Vive en un mundo mucho mas simple.

Me pregunto ¿cuándo nos volvimos los adultos tan rígidos y preocupados por nuestras apariencias?

En este mundo de las apariencias tenemos una especial dificultad en decir que no. Si un conocido te invita a una reunión de amigos en su casa y no tienes ganas de ir, en vez de decir simplemente "No, no quiero" seguramente inventas alguna excusa... "Tengo mucho trabajo", o "justo hoy es el cumpleaños de mi mejor amigo". Y lo interesante es que esa otra persona probablemente se da cuenta, pero no dice nada porque te sigue el juego.

En un mundo simple, tu jefe te invitaría a almorzar, tú le dirías que no, y ambos se irían tranquilamente por su lado olvidándose del tema. En el mundo de las apariencias tu jefe no te invita a salir a menos que ya esté muy seguro de que tú quieres almorzar con él, porque sabe que sino su pregunta te pondría incómodo, y te obligaría a inventar una excusa, y los dos se irían caminando preguntándose qué habrá pensado el otro. "¿Será que no quiere comer conmigo porque... x x x?"

Imagínate si todas las personas tuviéramos un globo sobre nuestras cabezas donde se reflejaran todos nuestros pensamientos. En una primera cita con una chica o chico no podríamos ocultar de ninguna manera nuestras intenciones. Cada uno se daría cuenta instantáneamente si el otro piensa que es atractivo o no, si está pensando tener sexo esa noche, si es solo una amistad, o si ya se imagina un matrimonio, 4 hijos y un perro. Tu jefe sabría que piensas que es un tonto. Tu mamá se daría cuenta que en realidad le quieres pedir perdón pero no te animas. Tu novia se daria cuenta que lo que te cocinó con tanto orgullo en realidad le encuentras un sabor raro.

Las peleas se resolverían mucho más rápido. Nadie podría guardarse sus verdaderos sentimientos adentro, y sería mucho más fácil ayudar a un amigo al saber qué es lo que realmente le preocupa. Aprenderíamos mucho más de nosotros mismos al saber cómo nos ven los demás. Los amigos serían realmente amigos, y a los otros los dejaríamos ir sin más...

Ahora piénsalo un segundo, desde el corazón. ¿Qué porcentaje de tus acciones se corresponden con el mundo simple y qué porcentaje con el de las apariencias? A mi me pasa, en muchas situaciones yo me debato entre esos dos mundos, y cada vez elijo qué hacer. Ser muy sincero difícil, pero cuando lo logro siento que me quité un peso de encima. Creo que vale la pena hacer el intento.